Los grandes movimientos musicales
siempre se han dado por grandes circunstancias sociales: en Alemania el kraut
rock emergió en los 70 como una válvula de escape para los músicos estigmatizados
por el resto del mundo por el simple hecho de ser de ese país. Siendo señalados
como artistas nazis por una prensa europea y americana resentida por los
prejuicios e invadida por los fantasmas
de la segunda guerra mundial. Estos músicos se lanzaron
a una desesperada búsqueda de crear un
sonido propio, alejándose de la propuesta
hecha en Inglaterra y los Estados Unidos, mucho más experimental trasgresora.
Años más tarde el punk en Inglaterra nace
como la más grande manifestación del “hágalo usted mismo” al ver que las
grandes estrellas del rock le daban la espalda a su público, idolatrados, viviendo
en mansiones y haciendo parte de la falsedad de los medios. El grito del punk
hizo una huella que haría cambiar la
visión del rock para siempre, dando voz
y voto en el futuro a quienes parecían no tener oportunidad en la música, incluso
personas como usted o como yo.
Al otro lado del océano,
en Detroit (Estados Unidos) a comienzos de los 80, se gestó una revolución sobrecogedora alimentada por las
fábricas donde laboraba la clase media y baja, la ciencia ficción y la
segregación racial. La población afroamericana vivía en los suburbios y las zonas
industriales de la ciudad, mientras que la población blanca habitaba las zonas
residenciales en las afueras. Con todo ese entorno, los niños crecían viendo a sus padres trabajando en las fábricas, cohabitando
con máquinas y robots. Recordemos que Detroit es una de las principales
ciudades de la industria automotriz
mundial; aunque en este 2013 la ciudad ha
pedido declarase en quiebra. El asunto es que estos niños al crecer se
armarían de sintetizadores y cajas de ritmo, inspirados en escritores de
ciencia ficción como Alvin Toffler y
bandas europeas como Kraftwerk, Human League o los adorados Depeche Mode, con
la variante de incluir ese espíritu afro y obviamente ese sonido inherente en
la sangre: funk, soul, jazz y blues, creando una de la propuestas más vitales
dentro de la música electrónica: El Techno.
Es cuando todos esos desolados
paisajes despreciados por la población blanca de fábricas abandonadas y
maquinaria corroída, se tornan en un ambiente hermoso que comunica con galaxias
lejanas de mano de la música. Obviamente el nombre surgió con la santísima
trinidad de este sonido: Juan Atkins, el padrino, es de escucha obligada su obra
en el proyecto Cybotron y bajo el
pseudónimo de Model 500. El señor Kevin
Saunderson, prolífico productor y DJ que
fundó junto a Paris Grey un duo explosivo llamado Inner City a finales de los
80 que catapultó al mundo el vibrante
sonido del Detroit Techno. Por último el maestro Derrick May, para
muchos (y para mí también) el Miles Davis del techno, su discografía ha sido
más bien poca pero podría sugerir un álbum doble llamado Innovator (1997) que compila grandes obras como Icon (Montage mix), Nude Photo o el super clásico “Strings of life”.
Música que reconforta el espíritu y nos hace recordar que antes de la máquina
está el espíritu en esta maldita sociedad autómata. Tras ellos vino un ejército de personajes admirables
entrados los 90. Y ya pertenecientes a esa segunda generación encontramos a
Underground Resistance, un colectivo comandado por “Mad” Mike Banks, enfocado no
solo en una postura cyberpunk sino también en
plasmar en sus discos manifiestos de igualdad social; al carajo ser
estrellas, preferimos ser trabajadores musicales y en nuestras naves espaciales sónicas viajar
a través de lejanas galaxias donde algun dia tal vez podamos mirarnos como
verdaderos hermanos. UR también ha fomentado la enseñanza a los niños de los
suburbios en la música para alejarlos de la violencia. Quedan muchos nombres de
grandes artistas en esta jungla electrónica para mencionar: Claude Young,
Anthony “Shake” Shakir, Kenny Larkin, Jeff Mills, Robert Hood, Aux 88, Octave One, Instinct y un
largo etcétera.
Me he extendido escribiendo acerca del
tema así que debo aclarar dos cositas.
Primera, la idea inicial de esta entrada era postear este gran
single perteneciente a la segunda generación del Detroit Techno, una joya un tanto desconocida
pero amada por los seguidores de esta música, se trata de un proyecto
llamado Instinct, pseudónimo de Joseph C Smith II, quien creó de verdad en tres
cortes un viaje de ida y vuelta por el cosmos que me deja sin palabras. Este
single fue prensado bajo el sello decisive records, fundado por el mismo señor
Smith y bajo la producción de uno de los más grandes de esa segunda generación del
Detroit Techno: Anthony “Shake “ Shakir, quien también ha trabajado con Derrick May y Aux 88.
Aparte de este Mindsearch, Joseph C Smith II prensó solo otros dos singles como Instinct: “Just
a Feeling” en 1992 y “Take it E Z” en 1993.
Segunda, no lo tenía en mente pero como me extendí en el prólogo, comparto el documental llamado
High Tech soul (subtitulado), que igual lo pueden descargar más fácil y en el
formato que quieran con él A Tube cátcher, sería engorroso subirlo a un
servidor por partes. Aquí se narra toda esta historia del Detroit Techno que
acabo de resumir aquí. Con el ánimo de promover el genuino espíritu del sonido
electrónico. Un documental muy humano con entrevistas a personajes como Jeff
Mills, Richie Hawtin, Blake Baxter, Derrick May, Kevin Saunderson, Juan Atkins,
Eddie Fowlkes, Carl Craig entre otros. Datos curiosos alrededor de la creación
de los temas, de por qué el nombre del género, de porqué la importancia de los radio
difusores honestos en pro de la buena música. (Electrifying Mojo), las
contradicciones de la fama, el arriesgarlo todo por lo que se quiere. Gran
material por lado y lado… Disfuten…
Track list:
1. Mindsearch
2. Catastrophe
3. A groove
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